Últimamente proliferan noticias y estudios en las que se nos explica que la alta natalidad a nivel mundial está afectando negativamente al planeta Tierra.
Y me gustaría reflexionar en voz alta sobre este tema, sin pretensión de sentar cátedra ni opinión formal. Simplemente para que podamos dialogar sobre esta idea y sus consecuencias.
El ser humano como plaga

La concepción de «a menos humanos, mejor planeta», se sustenta en la idea de que el ser humano es una plaga. Y como cualquier otra plaga, destruye todo lo que hay a su paso buscando un beneficio propio sin importarle las consecuencias que tenga en el futuro.
Pan para hoy, hambre para mañana
El ser humano está destruyendo su propio ecosistema, gracias al cual vive, exprimiendo al máximo sus recursos naturales y llevando el planeta a un punto de no retorno.
El punto de no retorno es un momento en el tiempo en el que los cambios acumulados hacen imposible volver a una situación anterior por lo que revertir esos cambios deja de ser una opción.
Y ese punto de no retorno, también llamado Tierra invernadero, se espera que llegue en 2035, según esta investigación de Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) en la que concluye que el peligro recae en los procesos de retroalimentación positiva.
Es decir, el ecosistema es como una fila de piezas de dominó: la caída de una provoca la caída de otra y ésta de la siguiente. Generando así el popular efecto dominó. Pues imaginad ahora varias filas de piezas de dominó, todas conectadas por algún punto.
Por poner un solo ejemplo, la subida de las temperaturas provocan el deshielo y, al evaporarse ese hielo, se están liberando partículas de gases invernadero que hacen que el proceso se acelere a sí mismo.
Podéis leer más extensamente sobre esta situación en este reportaje del ABC en el que lo explica con múltiples ejemplos.
Llegados a este punto me viene a la cabeza la siguiente reflexión:
Cuál es el verdadero problema, ¿la cantidad de seres humanos que vivimos en la Tierra o la relación que esos humanos están teniendo con su ecosistema?
La ecología y el control de la natalidad

Para responder a esa pregunta, hay muchas corrientes de pensamiento que sostienen que la relación que los humanos tienen con su ecosistema no va a cambiar puesto que nos situamos en una posición de privilegio frente a otras especies.
Entienden que somos una especie avara, caprichosa y, por si fuera poco, sin depredador natural. Lo que nos sitúa en lo alto de la pirámide.
El Especismo es la creencia según la cual el ser humano es superior a las demás especies animales y, por lo tanto, puede utilizarlos en beneficio propio.
Como ya os conté en este artículo sobre la no maternidad, hay un grupo creciente de personas, las antinatalistas, que creen que debemos detener la procreación humana para que, entre otros motivos, podamos salvar el planeta Tierra.
Dentro de esta corriente de pensamiento hay diferentes grados de radicalidad que van desde la voluntad de extinción total del ser humano hasta la reducción al mínimo necesario para no afectar al ecosistema.
Según el antinatalismo, la relación que el ser humano tiene con su entorno siempre será desde la superioridad de la especie y, por lo tanto, la extinción o reducción al máximo de nuestra especie es la única salida para salvar al planeta.
Pero vuelvo a la pregunta inicial: ¿Realmente es un tema de cantidad demográfica? ¿O de calidad de relación con el medio ambiente?
Qué tiene una menor afectación en el planeta:
- ¿Menos humanos con el mismo nivel de consumo de recursos actual?
- O ¿Mismo número de humanos con un nivel de consumo reducido?
Qué produce un mayor impacto medioambiental:
- ¿1000 niños/as en la época medieval?
- O ¿1 niño/a en la época actual?
En resumen, ¿Es el número de humanos lo que perjudica al planeta? ¿O es la manera en la que esos humanos se relacionan con el ecosistema?
Entonces…
¿La crisis medioambiental se soluciona con un control de la natalidad?
Sí, tiene lógica porque a menos seres humanos en el mundo, menos afectación para el medio ambiente.
PERO, con esa medida no se soluciona el problema de base. Es decir, el problema al que nos enfrentamos no es una cuestión de cantidad sino de calidad.
No es un problema de número de habitantes en el planeta sino de la calidad con la que estos habitantes se relacionan con su ecosistema.
Estamos hablando de ecología, que es la relación que se da entre los seres vivos de una determinada zona y el medio en el que viven.

La especie humana puede decidir cómo relacionarse con su medio; si a través del consumo desmesurado de materias primas y la contaminación de recursos o a través del respeto y la responsabilidad para con el entorno.
¿Qué hace falta? Que cada país deje de mirarse el ombligo y que entendamos que no somos americanos, franceses o rusos. Que todos pertenecemos a la misma especie, en el mismo ecosistema. Que los gases que emite China tienen afectación en el Ártico y que la deforestación del Amazonas tiene consecuencias en Europa.
Hoy más que nunca tenemos la tecnología para comunicarnos con cualquier punto del planeta y elaborar pactos mundiales que nos permitan arreglar este desastre natural que hemos creado.
Y si los intereses políticos y empresariales son más fuertes que el interés humano por la propia subsistencia… será que hemos fracasado como especie y, amigos y amigas, quizá merezcamos la extinción.
Empecé leyendo con un poco de rechazo por el título.. avanzando entendí de que va. Y me gustó mucho, interesante post y reflexión…
Gracias Katherine por tu comentario!
Y por leer el contenido de principio a fin.